¿Por qué es tan importante tener un sistema nervioso regulado?
Todos hablamos de bienestar, de equilibrio, de productividad… pero hay un elemento central que muchas veces pasamos por alto: el sistema nervioso. No es solo un tema médico o biológico; es la base desde donde operamos en el día a día, en nuestras relaciones, en el trabajo y en la forma en que tomamos decisiones. Cuando está regulado, todo fluye de forma más clara y estable. Cuando no lo está, lo sentimos en forma de ansiedad, impulsividad, agotamiento o desconexión.
¿Qué significa tener un sistema nervioso regulado?
Tener un sistema nervioso regulado no significa “estar bien todo el tiempo”, sino tener la capacidad de volver al equilibrio después de un momento de estrés, miedo o tensión. Es poder sentir sin desbordarse, actuar sin reaccionar impulsivamente, y responder desde un lugar más consciente.
Nuestro sistema nervioso tiene dos ramas principales: el simpático (que nos activa) y el parasimpático (que nos calma). Ambos son necesarios, pero si vivimos en un estado constante de alerta, hiperactividad o desconexión emocional, nuestro cuerpo y mente lo resienten. La regulación es ese estado en el que podemos habitar el presente sin estar a la defensiva ni totalmente apagados.
Beneficios de un sistema nervioso regulado en la vida diaria
Cuando estamos regulados, nuestra percepción del mundo cambia. Aquí algunos beneficios concretos:
- Toma de decisiones más clara: No decidimos desde el miedo o la urgencia, sino desde la calma.
- Menos reactividad emocional: Podemos sentir sin actuar de forma impulsiva.
- Relaciones más saludables: Nos comunicamos mejor y conectamos desde un lugar más empático.
- Mayor presencia: Disfrutamos más de lo cotidiano porque no estamos atrapados en la mente.
En el trabajo también se nota
El impacto de un sistema nervioso regulado no se queda en lo personal. En lo profesional, se traduce en:
- Más productividad sin agotamiento: No se trata de hacer más, sino de sostener lo importante sin quemarse.
- Mejor enfoque y creatividad: Un cerebro en calma piensa mejor.
- Comunicación más efectiva: Escuchamos y respondemos con mayor claridad.
- Prevención del burnout: Al reconocer los propios límites y necesidades, nos cuidamos antes de llegar al colapso.
¿Cómo se regula el sistema nervioso?
No hay una fórmula mágica, pero sí herramientas accesibles que ayudan:
- Respiración consciente.
- Movimiento corporal suave o ejercicio regular.
- Dormir bien y crear rutinas de descanso.
- Limitar la exposición a estímulos constantes (pantallas, ruido, redes).
- Practicar pausas durante el día.
- Establecer límites sanos.
- Acompañarse de personas o espacios que fomenten seguridad.
Y, por supuesto, procesos como el coaching pueden acompañar este camino, ayudándote a identificar patrones, cultivar nuevas formas de estar y encontrar herramientas que se ajusten a ti.
Cuidar tu sistema nervioso es cuidar tu base. No se trata de vivir sin estrés, sino de tener recursos para no quedarte atrapad@ en él. Cuando tu cuerpo siente seguridad, tu mente también la siente. Y desde ahí, todo—tu vida personal, tus relaciones y tu trabajo—tiene un terreno más firme donde crecer.

Nuria Mia, Wellbeing Advisor & Chief Happiness Officer
texto